En muchas ocasiones hemos visto las siglas RSU cuando se habla de la basura doméstica. Significa Residuos Sólidos Urbanos y hace referencia a la basura que se genera en los municipios por ciudadanos y comerciantes.
La gestión de estos residuos es responsabilidad de la entidad administrativa competente, en casi todos los casos los ayuntamientos, pero también hay zonas en las que la responsabilidad recae sobre las comunidades autónomas o las diputaciones. En muchas áreas geográficas se coordinan varios ayuntamientos formando mancomunidades con el fin de optimizar los recursos y reducir los elevados costes que supone este servicio.
La operativa de la recogida y gestión de RSU es más compleja de lo que pudiera parecer, por eso muchos ayuntamientos optan por externalizar el servicio y sacarlo a licitación pública para que sea una empresa privada del sector la que lleve a cabo esta tarea. Otros ayuntamientos sin embargo prefieren gestionar el servicio con medios propios.
Uno de los grandes retos de la sociedad en la que vivimos es la mejora de la gestión y tratamiento de los RSU y de los residuos industriales para alcanzar lo que llamamos Economía Circular. Ésta consiste en buscar un equilibrio entre la producción de materias primas y energía, su consumo y su reutilización. En esta línea, todas las administraciones públicas desde la Unión Europea hasta el municipio más pequeño tienen que promover condiciones favorables para la consecución de este objetivo con el fin último de frenar el deterioro de nuestro planeta.
Los ciudadanos no estamos exentos de responsabilidad en esta materia ya que somos en conjunto grandes consumidores y grandes generadores de residuos. La separación de los residuos en origen es nuestra principal responsabilidad ya que de esta forma se facilita en gran medida la posibilidad de recuperar gran parte del residuo para obtener de él un subproducto, como el compost procedente del biorresiduo, o incluso poderlo reciclar y generar nuevos productos que vuelvan al mercado.
Una labor muy importante para que la colaboración ciudadana sea la deseada es la información por parte de las administraciones públicas. Es fundamental que los que producimos la basura tengamos claro qué tenemos que hacer con ella. También muy importante tener criterio a la hora de comprar para ejercer nuestra responsabilidad consumiendo aquellos artículos o favoreciendo a aquellas marcas comerciales que hacen un esfuerzo por poner en el mercado productos sostenibles.
La información es también la base de la concienciación, el que no conoce difícilmente colaborará. Los ciudadanos debemos tomar conciencia de lo grave que es la situación y de lo importante que es nuestro papel. En este sentido en la última década del siglo pasado desde las administraciones públicas se dedicaron importantes recursos a la educación ambiental. Se crearon centros especializados con atención a escolares, a universitarios, a visitantes de espacios naturales de especial interés y con actividades en colegios e institutos. Con la crisis económica que comenzó en 2008 los recursos destinados a este fin mermaron notablemente y esta iniciativa perdió mucha fuerza que lamentablemente no se ha recuperado. El trabajo de concienciación con la infancia y la juventud es en gran medida la semilla del éxito para el logro de los objetivos ambientales.
Por otra parte, hay una asignatura pendiente por parte de las administraciones públicas para avanzar en este sentido. Está bien que el ciudadano como consumidor deba tener criterio, como he dicho antes, y colabore a la hora de comprar eligiendo los productos más respetuosos con el medio ambiente, pero ¿Por qué existen productos no respetuosos con el medio ambiente si otros de similares características sí lo son? Es en este sentido en el que las administraciones públicas deberían ponerse manos a la obra legislando para que aquellos productos que no debe adquirir el consumidor por su excesiva carga contaminante (en su producción o en su eliminación) directamente no estén en el mercado.
Personalmente invito a todos los ciudadanos a buscar el lugar en sus domicilios donde ubicar los cubos de basura para las cinco fracciones, que casi nunca es fácil por una sencilla cuestión de espacio, a que se informen bien cómo se deben separar los residuos y a que de esta manera colaboren en la separación en origen para hacer posible la reutilización y el reciclaje. Es la forma de poner nuestro granito de arena para dejar a las futuras generaciones un mundo habitable, un mundo mejor.